¿Es bueno que mi hij@ este aburrido?

Partiendo de la definición según la RAE, consideramos el aburrimiento como “Cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción, o por molestia reiterada”.

Actualmente vivimos en una sociedad que nos exige tenazmente y vivimos el día a día en una hiper-exigencia, con hijos que están en constante actividad, ya sean deportes, música, escuela, etc, que si bien es cierto estas actividades fortalecen y desarrollan su ser de manera cognitiva, cultural, física y social, también es cierto que nuestros hijos necesitan un espacio para sí mismos.

Al mantener a nuestros hijos sobre estimulados pensando en su bienestar integral y que estamos formando a los hombre y mujeres del mañana, entramos en pánico cuando escuchamos la frase “mamá, papá estoy aburrido”

Es importante saber que el aburrimiento es bueno ya que cuando se encuentran en ese estado, los niños entran en un momento de paz mental donde encuentran sus pensamientos, comienzan a descubrir sus propios intereses, a conocerse a sí mismos, a estimular su creatividad.

Podemos decir que debemos dejarles espacios y debemos permitirles que se aburran porque son muchas las cosas que nuestros hijos pueden aprender cuando no tienen nada que hacer. Si el niño no se aburre y está sobrecargado de actividades, es muy probables que se estrese.

Aprovechemos entonces esa oportunidad para que los niños desarrollen su creatividad, su imaginación, activen sus habilidades cognitivas y resolutivas, ya que resulta de mucho beneficio que ellos hagan ese descubrimiento, nosotros como padres debemos procurar su pleno desarrollo.

En esta parábola tomada del libro “Educar valores y el valor de educar” de Antonio Pérez Esclarin, se evidencia la importancia y el beneficio que implica en los niños el desarrollo de su imaginación y creatividad.

El Bastón Mágico

Estaba jugando el pequeño Juancho en el frente de su casa cuando pasó un anciano muy elegante que caminaba apoyado en un bello bastón, que se le cayó precisamente cuando pasaba junto a Juancho. El niño lo recogió presuroso y se lo devolvió al anciano que le dijo sonriente:

Gracias, pero no me sirve.

Puedo caminar perfectamente sin él. Si te gusta, te lo puedes quedar

-Y se alejó a buen paso demostrando que, en efecto, no necesitaba su bastón.

Juancho se quedó con el bastón entre sus manos y no sabía qué hacer. Era un bastón común
y corriente, de madera y con el mango curvo. Al rato, el niño empezó a batear el aire con su
bastón y, en breves momentos, se convirtió en un pelotero extraordinario, a punto de batear
el jonrón más largo de la historia que iba a llevar a su equipo a la victoria definitiva.

Cuando terminó de dar la vuelta al campo entre los aplausos del público afiebrado se le
sosegó el corazón tras los saludos de sus compañeros, Juancho se montó en el bastón que,
enseguida, se transformó en un hermoso caballo negro con una estrella de plata en la frente.
Montado sobre él, recorrió países encantadores y rescató doncellas bellísimas que le daban
las gracias con unos besos húmedos y emocionados.

El bastón mágico volvió a ser un simple pedazo de madera, pero muy pronto fue un carro
de carreras, una batuta de orquesta, una espada, un camello de dos jorobas con el que cruzó
desiertos interminables y hasta estuvo a punto de morir bajo una espantosa tormenta de
arena.

Ya atardeció cuando volvió a pasar el anciano elegante.

¿Te gusta el bastón? -preguntó sonriendo a Juancho.

-Preguntó sonriendo a Juancho.

El niño pensó que se lo estaba pidiendo y se lo alargó completamente sonrojado.

No, te lo puedes quedar para siempre . ¿Qué hago yo con un bastón? Tú puedes volar con él, yo tan sólo puedo apoyarme

Respondió Juancho

En conclusión, si es bueno dejar que tu hij@ se aburra, ya que es favorable para su salud
mental, permite conocer sus verdaderos intereses, aprende a socializar, encuentran la forma
de solucionar problemas, estimula el autoconocimiento, tienen un descanso de la
hiperestimulación a la que son sometidos y lo más importante vuela su imaginación así
como la de Juancho y su bastón mágico.

     

Vianey Flores

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